Has dicho algo que me ha llamado la atención; Nuestro Señor hablaba indirectamente, tanto para los hombres de antes como para los de ahora. Y está en relación con el don de la fe, el misterio de la fe. Por qué no a todos se les enciende en algún momento la sed de Dios. O, al contrario, por qué pueden casi todos vivir sin considerar siquiera la existencia de Dios. E, incluso, entre quienes nos decimos católicos, por qué tantos pueden -quizá prefieren- vivir sin considerar la presencia de Dios en todo. Y yo misma me acuso.

Estoy escuchando un programa sobre San Juan de la Cruz. Y comprendo que soy de los más bajo de los creyentes mediocres. Teniendo a mano abandonar todo para obtenerlo Todo.

En fin, me voy por los cerros de Úbeda. Me disperso, además de que carezco de tu sabiduría y de tu capacidad didáctica

Sólo quería que supieras, Luciana, que estimo en mucho el artículo y que mi agradecimiento no es meramente cortés

Que Dios Nuestro Señor te bendiga. Hasta dentro de poquito