A veces atravesamos momentos que parecen demasiado duros para ser parte de un camino bendecido: soledad, injusticia, puertas cerradas, caminos que parecen no tener salida.
¿Dónde están los signos de Dios cuando todo se oscurece?
La Dei Verbum nos recuerda:
“En los sagrados libros, el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos.”
Veamos entonces qué nos dice Dios sobre cómo —y dónde— buscar señales de su presencia en esos momentos en que parece estar ausente… en estas noches oscuras de la fe. Y cuáles son los signos con los que Él nos habla, para que podamos reconocer que lo que estamos atravesando son solo una prueba de fe.
La Biblia nos ofrece una clave poderosa: muchas veces, las mayores crisis en la vida de quienes caminan con Dios son pruebas.
Y estas pruebas tienen una característica especial: parecen poner en juego el cumplimiento de la promesa divina.
Y es ahí, precisamente, donde se esconde la pista para reconocerlas como lo que son: pruebas, no finales.
Cuando podemos verlas así, se abre un modo nuevo de atravesarlas —con paciencia y esperanza.
Veamos algunos ejemplos:
Abraham recibe la promesa de una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo. Y sin embargo, un día se le pide que sacrifique a su hijo Isaac, el único por medio del cual esa promesa podría cumplirse. ¿Cómo puede morir aquel por quien vendría la gran descendencia? Esa sola pregunta contiene la clave: si Dios ha hecho una promesa, entonces aquello que parece llevarnos a la destrucción no puede ser el final, por lo tanto comprendemos que es solo una prueba.
Jacob lucha en Peniel con un misterioso hombre y queda cojo… justo cuando se dirige al encuentro con Esaú, el hermano que juró matarlo. Pero Jacob lleva sobre sí la bendición. Ha sido llamado Israel. No puede perecer. El enfrentamiento con su hermano tendrá un desenlace muy diferente al que teme.
El pueblo de Israel camina por el desierto, sin agua ni comida. Atraviesa crisis profundas donde temen morir allí mismo. Pero, ¿Cómo puede terminar así la historia de un pueblo elegido para ser luz de las naciones? Es solo una prueba.
Incluso José, vendido como esclavo, acusado falsamente, encarcelado injustamente… no podía morir en el olvido. A través de él —descendiente de Abraham— se salvaría el futuro de toda la nación. Era parte del plan. Era parte de la promesa.
Estos momentos de oscuridad, de temor y de aparente abandono, pueden ser iluminados a la luz de estos relatos.
A veces se nos conduce al límite —como a Abraham, a Jacob, al pueblo en el desierto, a José— no para destruirnos, sino para que descubramos allí algo que de otro modo permanecería oculto: la fidelidad de Dios, y lo que hay de verdadero en nuestra fe, revelar lo que hay en lo más profundo de nuestro corazón.
Quizás hoy no entendemos lo que estamos atravesando. Pero la Escritura nos invita a no quedarnos en la superficie de los acontecimientos. Lo que parece una crisis, puede ser una oportunidad para crecer en fidelidad. Lo que parece pérdida, puede ser preparación. Lo que parece el final… puede ser el umbral de un nuevo comienzo.
Y cuando logramos atravesarlos y mirar en retrospectiva, podemos comprender por qué debíamos pasar por allí… y todo lo que ese paso nos dejó.
Como dijo el filósofo Kierkegaard:
“La vida solo puede ser entendida mirando hacia atrás,
pero ha de vivirse mirando hacia adelante.”
No es fácil. Por eso es importante contar con herramientas que nos ayuden a atravesar esas noches oscuras.
Y sostenernos —aunque sea con una pequeña luz de fe— de esa línea invisible pero poderosa que Dios nos extiende.
Para poder identificar que lo que estamos viviendo no es una derrota, sino una prueba para recobrar la esperanza y fortalecer nuestra paciencia.
Y comprender que ese tipo de acontecimientos no buscan destruirnos, sino sacar a la luz lo más profundo de nuestra fe… y de nuestro llamado. Purificar nuestro corazón, revelar nuestra fortaleza, nuestra valentía.
Para que podamos experimentar «…que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». (Dt.8.3)