Quizás nos preguntemos por qué nos ponemos cenizas en la frente cada miércoles de Ceniza cuando iniciamos la etapa de cuaresma. O nos cuestionamos el por qué de la necesidad del ayuno. Será una «costumbre moderna», o viene desde Jesús? O será de incluso antes, desde el judaísmo de Jesús?

En este artículo vamos a tomar algunos elementos del recorrido bíblico que el Dr. Brant Pitre hace en este video, y también una reflexión de por qué el ayuno es tan importante espiritualmente y sobre el sentido tan profundo que tiene.

Las raíces bíblicas del símbolo de las Cenizas

En el Antiguo Testamento existen varias alusiones a las cenizas como símbolo. Aquí vamos a recorrer las más relevantes en relación al tema que estamos tratando hoy, miércoles de ceniza.

Desde «el principio», en el libro del Génesis, luego de «la caída» de Adán y Eva, Dios se dirige a ellos y les explica las consecuencias de sus actos. Cuando le habla a Adán para decirle que de ese momento en adelante ganará el pan con el sudor de su frente,  hasta que vuelva a la tierra, de donde fue sacado, le afirma:

«… ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!».» (Gn.3.19)

Este es uno de los versículos que se cita al poner las cenizas en la frente de las personas el miércoles de ceniza. Tanto el polvo, como las cenizas, son usados como símbolos de la mortalidad a la que estamos sujetos luego de «la caída». Simbolizan y nos recuerdan nuestra fragilidad, y por lo tanto nuestra necesidad de Dios. Es un símbolo externo que llama hacia nuestro interior, recordándonos algo tan básico y fundamental, pero que muchas veces pasamos por alto en la rutina de nuestra vida.

Otro de los textos donde encontramos la mención de las cenizas en relación al miércoles de ceniza, es en el libro de Job:

«Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza.» (42.6)

Acá ya no sólo el polvo y la ceniza remiten a la mortalidad del ser humano, sino que también simbolizan el arrepentimiento.

Este sentido también se manifiesta en el libro de Daniel, en el capítulo 9, cuando él está rezando e intercediendo por su pueblo. El profeta hace penitencia por los pecados de su pueblo, y la forma en que lo hace es a través de la oración, el ayuno, el cilicio y ceniza.

Esto se ve también en el primer libro de los Macabeos:

«Jerusalén estaba deshabitada como un desierto, ninguno de sus hijos entraba ni salía. El Santuario había sido pisoteado. Los extranjeros ocupaban la Ciudad, convertida en albergue de los paganos. Había desaparecido la alegría de Jacob, y ya no se oía la flauta ni la cítara…Aquel día ayunaron, se vistieron con un sayal, esparcieron ceniza sobre sus cabezas y rasgaron sus vestiduras.» (3.45-47)

El libro de Ester nos relata una situación muy compleja del pueblo de Israel después del exilio, en la diáspora. Y, en una situacion extrema, cuando el rey de Persia, guiado por su asesor Amán, había emitido un decreto para aniquilar al pueblo judío, la Reina Ester y su tío, Mardoqueo, nos muestran tambien el valor de la oración, el ayuno y la ceniza:

«Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había pasado, rasgó sus vestiduras se puso un sayal, se cubrió de ceniza y salió por la ciudad dando gritos de amargura, hasta llegar frente a la puerta real, porque nadie podía franquearla vestido con esa ropa. En cada provincia, a medida que iba llegando la orden del rey y su decreto, había un gran duelo entre los judíos, con ayunos, lágrimas y lamentaciones. Y el sayal y la ceniza sirvieron de lecho para muchos.» (Ester 4.1-3)

«Ester mandó responder a Mardoqueo: «Ve a reunir a todos los judíos que están en Susa, y ayunen por mí. No coman ni beban durante tres días, ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, también ayunaré junto con mis servidoras. Así me presentaré al rey, por más que sea en contra de la ley. Y si es necesario que muera, moriré». «(4.15-17)

Vemos también en otro momento clave del pueblo de Israel, cuando estaba corriendo grandes peligros, que Judit, quien salvó a su pueblo, también utilizó la ceniza como un símbolo exterior de lo que estaba atravesando interiormente, antes de emprender la difícil tarea de liberar a su pueblo:

“Entonces Judit se postró en tierra, esparció ceniza sobre su cabeza, puso al descubierto el sayal con que estaba ceñida e imploró al Señor en alta voz.” (Jud 9, 1).

Las cenizas como símbolo de mortalidad, penitencia, e intercesión.

Podemos ver con estos ejemplos que las cenizas se utilizaban antiguamente como

  • un signo de reconocimiento de su mortalidad, al igual que en el Génesis
  • un signo de arrepentimiento de sus pecados, como en el libro de Job
  • o un signo de intercesión como vimos con Daniel, Ester y Judit.

Jesús tambien hace referencia a las cenizas como una costumbre común del judaísmo de la época:

 «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. (Mt. 11.21)

¿Qué tienen que ver las cenizas con el ayuno?

La costumbre de las cenizas a su vez, está relacionada al ayuno y a la oración. En momentos de gran necesidad de Dios, o donde queremos conectarnos más con nuestra espiritualidad, desprendernos de los placeres mundanos, especialmente de la comida y la bebida es de gran ayuda.

Las lecturas del miércoles de ceniza nos marcan este camino y nos explican las razones. Por ejemplo a través de Joel, Dios nos muestra que el ayuno comunitario tiene como objetivo el arrepentimiento y el la conversión, el volver la mirada hacia Dios:

«Pero aún ahora –oráculo del Señor– vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de tus amenazas…. ¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne,» (Jl. 2 12-15)

Esta es una de las intenciones principales de la cuaresma: que las personas vuelvan a Dios con todo su corazón. «Con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza« (Dt. 6.5); «Desgarren su corazón y no sus vestiduras«, como dice la lectura de Joel.

Y el ayuno, si bien pareciera una práctica externa, nos ayuda a conectar nuestra realidad interior con la exterior. Nuestra materialidad corporal con nuestra espiritualidad.

Cuando uno comienza a ayunar, por ejemplo, salteando una comida, si no está acostumbrado a hacerlo, su cuerpo se va a dar cuenta de que algo le está faltando. Y de ese modo comienza a buscar atención y pedir que lo alimenten. Y eso hace que nos pongamos en un estado de alerta. Y si sabemos el motivo por el cual estamos ayunando, (por ejemplo porque es miércoles de ceniza, o por el motivo que sea), todo ese día vamos a estar pensando en eso. Cada vez que el cuerpo nos alerte acerca de que necesita comida o bebida, nos va a concientizar y recordar a la vez, el motivo por el cual estamos ayunando y nos va a permitir estar mucho más conectados a esa intención.

El ayuno ayuda a rezar, a focalizarnos, a estar alertas de forma espiritual; en cambio si fuese un día común y corriente con todas las mismas rutinas, ese día quizás podría pasar desapercibido. Ayunar pone a nuestro cuerpo y a nuestra mente en una misma sintonía.

La práctica del ayuno es parte del judaísmo, y muy especialmente un día al año, en el día del perdón (Iom Kipur). Ese día todo judío está llamado a un ayuno total de comida, bebida, y a otros actos más que están detallados en el libro del Levítico, en el capítulo 23.

Esta forma de ayuno comunitario es muy valiosa, y a la vez también lo es el ayuno individual y privado. Por eso también tenemos en este día las lecturas del Evangelio donde Jesús nos dice que cuando ayunemos lo hagamos para Dios y no para ser vistos:

«Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.» (Mt. 6 16-18)

Cabe destacar que Jesús no dice «si ayunan…», sino que dice «Cuando ayunen...». Es decir que asume que esta es una práctica real y necesaria. Del mismo modo se refiere a la limosna y a la oración. Todos estos son hábitos que Jesús espera de sus seguidores, de todos nosotros.

A través del profeta Oseas, Dios nos dice:

“Yo quiero amor, no sacrificios, conocimiento de Dios, más que holocaustos.” Os.6.6

Por eso pidamos que en esta cuaresma todos nuestros actos externos, corporales y materiales estén unidos a nuestras intenciones interiores, y a nuestro amor por Dios y a los que más nos necesitan.

    2 replies to "El miércoles de Ceniza, ¿Está en la biblia?"

    • RAUL RAMOS

      GRACIAS LUCIANA, AGRADEZCO MUCHISIMO TU ARTICULO, HOY NUEVAMENTE LO VOLVI A LEER
      GRACIAS POR TU TIEMPO QUE DEDICAS PARA NUESTRO CRECIMIENTO ESPIRITUAL.

    • Orlando Hernández

      Acabo de encontrarme con tu sitio web, es extraordinario, no paro de leer.

      Dios te colme de bendiciones para que continues con esta bellísima tarea.

Leave a Reply

Your email address will not be published.