Algunos, o muchos, dicen que no se puede ser judío y católico a la vez, o creer en Jesús y seguir siendo judío.
Una vez leí una comparación donde decían que eso sería como ser vegetariano y comer un bife.

Pero la verdad es que no se trata de una contradicción, sino de una continuidad, completud.
Ya en otro artículo y otro video vimos cómo creer en Jesús no significa abandonar el judaísmo, sino vivirlo en plenitud.
Porque el judaísmo tiene el anuncio, las profecías y la misión de preparar la venida del Mesías.

Y una vez que el Mesías viene —Jesús, el Mesías judío—, creer en Él no es “convertirse” a otra religión,
sino continuar la historia, entrar en una nueva etapa: el judaísmo post-mesiánico, o cristianismo.

Ahora bien…
aunque sigue siendo judío quien cree en el Mesías de Israel, es lógico que algunas cosas cambien.
Porque cuando uno reconoce que la promesa se cumplió, no puede seguir viviendo igual.

Ciertas prácticas del judaísmo tenían un propósito muy específico para un tiempo concreto.
Por ejemplo, las reglas de pureza, de alimentación, o de separación de los pueblos,
tenían la función de preservar al pueblo de Israel, mantenerlo distinto,
para que pudiera cumplir su misión:
dar a luz al Mesías.

Pero una vez que esa misión se cumple, esas prácticas ya no tienen el mismo sentido.
Porque ahora, en lugar de separarse del mundo, la misión es llevar la luz al mundo.
Como dijo el profeta Isaías:

“Te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.” (Isaías 49:6)

Y eso se cumple plenamente en Jesús, cuando dice a sus discípulos:

“Ustedes son la luz del mundo.” (Mateo 5:14)

Otro ejemplo:
en muchas oraciones judías se pide por la venida del Mesías.
Pero si uno cree que el Mesías ya vino,
no tendría sentido seguir pidiendo lo que ya se cumplió.
Más bien, ahora la oración se transforma:
ya no se pide que venga, sino que reine en nuestros corazones y en el mundo entero.

Por eso, cuando un judío reconoce que Dios cumplió su promesa y envió al Mesías,
su vida necesariamente cambia.

Cambian sus oraciones, cambian sus costumbres,
porque cambia su modo de ver la historia:
ya no está esperando la promesa, sino viviendo en ella.

Así que sí:
se puede ser judío y creer en Jesús.
Pero al hacerlo, el judaísmo no se pierde… se transforma.
Se cumple, se expande, y llega a lo que siempre estuvo destinado a ser:
una luz para todas las naciones.

Leave a Reply

Your email address will not be published.